Isabel de Oyarzábal. Mis recuerdos de Alexandra Kollontai / (1947)
Traducción de Andrés Arenas y Enrique Girón
340 págs, 20:00 euros
ISBN: 978-84-124272-2-6
La biografia de Alexandra Kollontai, destacada política revolucionaria y feminista rusa, narrada por Isabel Oyarzábal, diplomática durante la II República española.
Isabel Oyarzábal y Alexandra Kollontai embajadora de la Unión Soviética, se conocieron en Estocolmo y entablaron una gran amistad.
Kollontai, en tantos aspectos pionera, fue la primera mujer que participó en el Gobierno ruso, ostentando el cargo de ministra de Bienestar Social, actividad que Oyarzábal cuenta con detalle en el capítulo IX. Rusia entró en el siglo XX como un país feudal y atrasado en el que pronto proliferaron las huelgas, las manifestaciones de los trabajadores y los motines, todo lo cual desembocó en la Revolución de 1917 que acabó con el antiguo régimen del zar. Tras la instauración del nuevo gobierno pocas mujeres jugaron un papel prominente en los órganos de decisión del Partido, y entre estas pocas destacó la figura de Alexandra Kollontai. Uno de los logros iniciales de la revolución rusa fue la igualdad de género a nivel político, sexual y económico. Las mujeres consiguieron el derecho al voto y la unificación del salario, el matrimonio fue concebido por ley como una relación voluntaria, se eliminaron las distinciones entre hijos legítimos e ilegítimos y se estableció la libertad del divorcio y el aborto libre y gratuito. Además, a fin de erradicar las bases económicas de la familia tradicional se abolió el derecho de herencia, por lo que las propiedades de los ricos que fallecían pasaron a ser parte del Estado y fueron invertidas en casas de maternidad, guarderías, escuelas y comedores, lo que contribuyó a que las mujeres pudieran desligarse de tareas que siempre habían sido obligadas a desempeñar por fuerza de la convención.
Esta biografía, escrita durante el exilio de Isabel Oyarzábal en México y publicada en 1947, es un buen exponente de lo que Gerald Brenan describió al decir que en España se estaba produciendo «un cierto progreso en el arte de la biografía, que había sido durante mucho tiempo una de las formas más atrasadas en España». En el capítulo XXV se incluyen las cartas que le enviará a su amiga española desde el año 1939 hasta el 1946, las cuales dan testimonio de la profunda amistad que unía a estas dos mujeres. Es notorio que en la literatura española no abundan cartas, diarios y memorias de carácter personal seguramente debido a la resistencia de los herederos de los autores que, en algunos casos, han llegado a destruir documentos biográficos que hubieran sido de gran valor para los investigadores. Así pues, la biógrafa española no duda en ofrecer aquí el testimonio de las cartas de su amiga, aunque desgraciadamente no se ofrecen las repuestas a las mismas, lo que hubiera sido una gran ayuda para comprender la relación entre ambas. Lo que sí sabemos es la alegría que a Kollontai le produce en una de sus cartas saber que la española ha iniciado la redacción de la biografía: «Estoy muy feliz de que seas tú la que ha escrito mi biografía. Parece que pronto podréis volver a vuestro querido país y entonces sí que encontraremos una ocasión para vernos.» Deseo que quedará incumplido pues no consiguió lograr el último de sus sueños: pisar la tierra que la vio nacer. Ese deseo de retorno orientará toda su vida y una parte considerable de su obra. Su cuerpo yace en el Panteón español de la capital mexicana, un año antes del fallecimiento del general Franco. Ironías del destino.